Prometeo Liberado - Percy Shelley
Tú bajaste, entre todas las ráfagas del cielo: al modo de un espíritu o de un pensar, que agolpa inesperadas lágrimas en ojos insensibles, o como los latidos de un corazón amargo que debiera tener ya la paz, descendiste en cuna de borrascas; así tú despertabas, Primavera, ¡oh, nacida de mil vientos! Tan súbita te llegas, como alguna memoria de un ensueño que se ha tornado triste, pues fue dulce algún día, y como el genio o como el júbilo que eleva de la tierra, vistiendo con las doradas nubes el yermo de la vida. La estación llegó ya, y el día: esta es la hora; has de venirte cuando sale el sol, dulce hermana: ¡llega, al fin, deseada tanto tiempo, y remisa! ¡Qué lentos, cual gusanos de muerte los instantes! El punto e una estrella blanca aun tiembla, en lo hondo de esa luz amarilla del día que se agranda tras montañas de púrpura: a través de una sima de la niebla que el viento divide, el lago oscuro la refleja; se apaga; ya vuelve a rut