Carta Valerie (V for Vendetta) - Alan Moore





No sé quién eres. Por favor, créeme . No sé cómo convencerte de que no se trata de otro de sus trucos, pero me da igual. Yo soy yo, y no sé quien eres tú, pero te amo. Tengo un lápiz, uno pequeño que no encontraron. Soy una mujer. Lo escondí dentro de mí…

Quizás no pueda volver a escribir, así que esto será una carta larga sobre mi vida. Es la única autobiografía que escribiré y, oh Dios mío, la escribo en papel higiénico.

Nací en Nottingham, en 1957, un día muy lluvioso. Aprobé los exámenes e ingresé en el instituto femenino. Quería ser actriz.

Conocí a mi primera novia en el instituto, se llamaba Sara. Tenía 14 años y yo 15, pero las dos estábamos en la clase de la Srta. Watson.

Sus muñecas. Tenía unas muñecas preciosas.

En clase de biología, mirando fetos de conejo en formol, escuché como la señorita Hird decía que era una fase adolescente que se supera…Sara lo hizo. Yo no.

En 1976 dejé de disimular y llevé a casa a una chica que se llamaba Christine para presentársela a mis padres. Una semana después me fui a Londres a estudiar arte dramático. Mi madre dijo que le había roto el corazón…Pero lo importante era mi integridad. ¿Es eso tan egoísta? Se vende por muy poco, pero es lo único que nos queda en esta vida. Es lo último que queda de nosotros…Pero ¡Lo que nos hace libres!

Londres: Fui feliz en Londres. En 1981 interpreté a Dandini en la cenicienta. Mi primer trabajo profesional.

Ese mundo era extraño y frenético, con multitudes invisibles tras los focos y un glamour extenuante. Era excitante y también solitario. Por la noche iba a algunos de esos clubes, pero me encontraba fuera de lugar y me costaba relacionarme. Había mucha gente del teatro, pero no me sentía cómoda; muchos solo querían ser gays. Era su vida, su ambición, era de lo único que hablaban, y yo quería algo más.

El trabajo fue a mejor, conseguí pequeños papeles en el cine, luego otros más importantes.

En 1986 protagonicé La mina de sal. Logó bastantes premios, pero no tuvo éxito entre el público.

Conocí a Ruth durante el rodaje. Nos amábamos. Vivíamos juntas y el día de Sant Valentín me enviaba rosas. Y oh Dios mío, lo nuestro era algo importante. Fueron los tres mejores años de mi vida.

Y después ya no hubo más rosas. Para nadie.
En 1992, después de la toma de poder, comenzaron a ir a por los gays. Se llevaron a Ruth cuando salió a buscar comida.

¿Por qué nos tienen tanto miedo?

La quemaron con cigarrillos y la obligaron a darles mi nombre. Firmó una confesión declarando que lo la había seducido. No la culpé. Dios yo la amaba, no la culpe.
Pero ella sí. Se quitó la vida en la celda. No pudo vivir con la culpa de haberme traicionado, de haber renunciado a lo último que le quedaba. Oh Ruth.

Vinieron a por mí. Dijeron que iban a quemar todas mis películas. Me afeitaron la cabeza. Me la metieron en la taza del váter mientras contaban chistes de lesbianas. Me trajeron aquí y me drogaron. Y ano siento la lengua. No puedo hablar.

La otra mujer gay de aquí, Rita, murió hace dos semanas. Imagino que a mí me queda poco.
Es extraño que mi vida vaya a acabar en un lugar tan espantoso, pero durante tres años recibí rosas y no tuve que pedir disculpas a nadie.

Moriré aquí. Todo lo que soy morirá…Excepto una parte.

Una parte. Es pequeña y frágil y es lo único que merece la pena tener en este mundo. No debemos perderla ni venderla, ni regalarla. Nunca debemos dejar que nos la quiten.

No sé quién eres, ni si eres hombre o mujer. Puede que nunca llegue a verte. Jamás podré abrazarte ni llorar contigo, ni emborracharnos. Pero te quiero.

Espero que escapes de este lugar. Espero que el mundo cambie y las cosas mejoren, y que un día la gente vuelva a tener rosas.

Ojalá pudiera besarte.

Valerie.

X.





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